miércoles, 23 de mayo de 2007

los niños con los niños

En la cantina de El Mirador tienen a gala seguir conservando la costumbre antigua de no dejar entrar mujeres (si entra una, todos la abuchean, y el camarero -amablemente, eso sí- la acompaña a la zona del restaurante; como es ilegal, los parroquianos hasta se ofrecen a pagar la multa correspondiente). Nada hay más sagrado para el mexicano que las reuniones a lo "club inglés", los amigotes sólo, mano a mano con la comida y el mucho, mucho alcohol.
Lo que subyace no es que el hombre "necesite su espacio" -que perfecto, también yo-, sino que la mujer no es interlocutora de altura, va aburrir la mesa, se encelará de los piropos a otra, no entiende, en suma, la conversación del macho.

España sabe desde los sesenta, Los Bravos mediante y gracias (mira que eran modernos, ¿eh?), que el "sólo nabos" es un coñazo, valga y perdóneseme el oxímoron. Por lo demás, es mucho más fecundo y entretenido un todos con todas.

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