lunes, 9 de agosto de 2021

no existe

© Gerardo Hellion, Guadalajara, 2017
 

Los periodistas suelen preferir el reportaje a otros géneros. Claro, haciéndolo (haciéndolo bien, me refiero, cosa cada vez más rara de ver) puede demostrarse la maestría del oficio en todos los frentes (relevancia, originalidad, complejidad, manejo de fuentes, estructura, estilo y todo eso). Tengo otra hipótesis: la ilusión de que yo –oh, sí, yo, no aquel ni el otro vecino– proporciono una explicación del mundo. Descubrir (o recibir, la mayor parte de las veces) un cabo, irlo amarrando a otros y ofrecer un relato redondo, como un pequeño dios. Contra ello ha arremetido siempre Arcadi Espada, pero es tan difícil ir contra una pulsión innata. El periodismo es (debería ser) la domesticación de ese humano primitivo: contra el relato cronológico (salvo excepciones), contra la ficción (no solo contra la mentira, sino contra la fábula y el mito, que dan sentido).

En fin. Todo esto para decir que yo prefiero la entrevista. Estudiar a otra persona a través de lo que ha dicho, lo que ha escrito, lo que ha pintado, conversar con ella, extraer de ese átomo un ancla con la realidad, un pequeño universo que aún no termina y que puede representar a muchos otros. Atar cabos, sí, pero al infinito. No existe el relato redondo, volvamos a constatar.