domingo, 29 de abril de 2007

primera tormenta

El recalmón de la mañana lo anunciaba. Mosquitos silbando aglomerados sobre la cama, un polvo amarillo de ciencia ficción contra las ramas secas, el campo entero chillando pidiendo agua. Y la tuvo: hacia las cinco de la tarde descargó el cielo. Así es Tepoztlán: seis meses de sed y seis de esplendor. Después de la lluvia, se calló la tierra, y en el aire, ese olor como de pliegue oscuro de hombre recién bañado.

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