lunes, 2 de abril de 2007

extranjera

Dos horas de espera en el Instituto Nacional de Migración (el licenciado con el que me han citado a partir de las 9:00 no ha llegado a las 10:30) dan de sí como para comprobar que siempre es más fácil si contratas a un abogado (se pasan el día allí, se conocen todos) y que el nivel de dificultad de un extranjero para quedarse en un país se mide por la cantidad de veces que va al baño antes de pasar a un mostrador.

- No, señorita, todo está bien, lo único es de que necesitamos una carta en la que conste que usted continúa trabajando como docente.
- Pero no estaba en los requisitos que me pidieron.
- No, señorita, es un fallo de aquí de Migración, pero para eso vamos a solucionarlo ahorita mismo, con una carta manuscrita.

Para dentro de diez días. 240 horas, 14.400 minutos, 864.000 preciosos segundos más de mi vida.

"Si fueras boliviana en España, lo pasarías muchísimo peor".
Y el comentario juicioso y certero me espanta la soberbia.

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