Ando releyendo Safari accidental, de Juan Villoro, a ver si iluminamos a los niños una mijita sobre la crónica, "el ornitorrinco de la prosa". La primera vez que tuve ese libro entre manos fue en un vuelo Madrid-Atlanta con los cuatro asientos centrales para mí sola. Remarco el privilegio, casi business class, porque lo desaproveché: no pude despegármelo de la nariz en todo el viaje, y todavía volvía hacia atrás, reía de nuevo, tomaba notas enfermizamente bajo la precaria luz de lectura (los cuatro foquitos centrados en mi sitio, claro) que permite el billete turista.
En fin, que no me resisto a transcribir los irónicos, y yo digo perfectos, dos primeros párrafos:
"La vida está hecha de malentendidos: los solteros y los casados se envidian por razones tristemente imaginarias. Lo mismo ocurre con escritores y periodistas. El fabulador 'puro' suele envidiar las energías que el reportero absorbe de la realidad, la forma en que es reconocido por meseros y azafatas, incluso su chaleco de corresponsal de guerra (lleno de bolsas para rollos fotográficos y papeles de emergencia). Por su parte, el curtido periodista suele admirar el lento calvario de los narradores, entre otras cosas porque nunca se sometería a él. Además, está el asunto del prestigio. Dueño del presente, el 'líder de opinión' sabe que la posteridad, siempre dramática, preferirá al misántropo que perdió la salud y los nervios al servicio de sus voces interiores.
Escritores y periodistas escriben por fatalidad, el clarín interior que los llama a filas, pero unos pretenden refutar el tiempo y otros confirmar las urgencias de la ocasión propicia. Entre las musas qu cortejan a los reporteros, ninguna es tan visible como el jefe de redacción, humanista a contrarreloj para quien el texto es el remedio que impide que se le reviente la úlcera."
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Ténganme paciencia: ya voy a aprender a colgar mis fotos.
2 comentarios:
Ayer leí el cuento del Aleph por primera vez, y esta entrada tuya me hace pensar en la frustración que causa poder concebir el infinito pero no poder disfrutar de él: ser madre de familia numerosa, emprendedora y tiburón de las finanzas, cooperante solícita en mil ONGs por todo el mundo, prolija escritora y comprometida periodista, amante desdeñosa, amante desdeñada, gozar de una inmensa vida social y familiar, viajar por todo el mundo, llevar una vida hogareña...
En fin, se me ocurren mil cosas. Estaría bien que coincidiera el tiempo y el espacio en un solo punto que fuera yo. ¿O no?
Habrá que conformarse con ser coherente jajaja. Ahí es ná.
Afanes rayuelescos, ya sabes. Seres pensantes, sí, pero siempre insatisfechos.
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