El jueves, por el homenaje a Ryszard Kapuscinski en el Tec de Monterrey, donde su tocayo, mi payo, expuso los tres problemas de interpretación de la obra de RK:
1. Que no conocemos en realidad su obra periodística, pues quién leería -no se diga conservaría- en la Polonia comunista de los sesenta sus despachos de agencia enviados desde cualquier rincón de África.
2. Que su obra se ha publicado a salto de mata, casi nunca cronológicamente, y en principio ha sido difícil observar su evolución como autor.
3. Que a su muerte ha sido elogiado por los periódicos mexicanos de izquierda y derecha que menos probablemente encargarían a sus periodistas un trabajo como el suyo.
Y el viernes, por el espectacular Rincón Polaco, menú con jazz:
Aperitivo: pepinos con salsa de yogur y unas tortitas con salsa típica.
Primeros: sopa fría de remolacha y champiñones gratinados rellenos de espinacas.
Segundos: magro de cerdo relleno de ciruelas y kaczka Polska (pato dorado al horno relleno de manzanas agrias con un toque de arándanos).
POSTRE: crêpe rellena de queso con salsa de frambuesa y helado de piñones.
Agua de azar, diría el gran Jorge F. Hernández.
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