martes, 3 de abril de 2007

La vida de los otros

RCG asevera que es Beethoven, el arte, la belleza, lo que quiebra al agente Hauptmann Gerd Wiesler y le empuja a proteger al escritor Georg Dreyman. Yo apunto, testarudamente, a momentos clave anteriores que van minando el puño de hierro del loco Wiesler, si bien culminan, efectivamente, con la Sonata para un hombre bueno.
A saber:

- El juego macabro e hipócrita de su colega Grubitz con el estudiante que osa inocentemente hacer un chiste sobre el presidente.
- El descubrimiento del chantaje repugnante del ministro a la novia de Dreyman, Christa-Maria.
- La conciencia del perdón, del amor, cuando Dreyman se entera y lo único que hace es abrazarla.
- La soledad mísera tras la cabalgada fugaz de la prostituta.

Dreyman es un oportunista ejemplar, pero es una buena persona. Wiesler, tan oportunista como él, sólo es malo, como le recuerda el niño del vecino en el ascensor (ya roto, "¿y cómo se llama tu balón?"). Wiesler quiere ser Dreyman. Dreyman cobarde -exitoso escritor del régimen, novio de Christa-Maria-sin-aristas, espectacularmente atractivo-, y Dreyman valiente, denunciante de los suicidios acallados en la RDA. Y lo salva. Y trata de proteger a Christa-Maria. Y hasta es escritor: "el camarada Lenin está acorralado..."

¿Que no la habéis visto?

Coda:
1984 (Orwell acertó hasta en la fantasía). Ya sabíamos leer. Veíamos La bola de cristal. Felipe vendía con éxito el cuento español a la teta Europa. Ayer. Ayer mismito en lo que hoy es el corazón del continente.

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