Sólo un rey español -no inglés, ni holandés, mucho menos sueco- podía saltar
así, con ese gesto baturro de cerrar el pico a todo quisqui, y -lo más raro, inédito diría- olvidándose de que es rey. Ahora, nótese la efectiva contundencia frente a la retórica buenista del pobre Zapatero...
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