domingo, 4 de abril de 2010
dos estrellas de rock
"Tenía mucho interés en conocerlo", le dice el señor narco al Periodista. Y el Periodista no le contesta: mire qué cosas, usted queriéndome conocer a mí y tantos reporteros a los que matan por pretender investigar cualquier verdad relacionada con el narcotráfico, por qué mejor no nos vemos en la cárcel cuando lo detengan. No. El Periodista le da –"con naturalidad"– las muchas gracias.
Así que no extraña pasajes como este, paradigma del encuentro:
-¿Cómo se inició en el narco?
Su respuesta me hace sonreír.
-Nomás.
-¿Nomás?
Vuelvo a preguntar:
-¿Nomás?
Vuelve a responder:
-Nomás.
Por ahí no sigue el diálogo y me atengo a mis propias ideas: el narcotráfico como un imán irresistible y despiadado que persigue el dinero, el poder, los yates, los aviones, las mujeres propias y ajenas con las residencias y los edificios, las joyas como cuentas de colores para jugar, el impulso brutal que lleve a la cúspide.
Por ahí no sigue el diálogo. Me atengo a mis propias ideas. Nomás.
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