Allí, sabes seguro la estación que transcurre: el clima está perfectamente delimitado en fracciones casi estancas, de noviembre a abril es invierno azul cielo límpido, es mayo por el olor del árbol del paraíso, y para el solsticio de verano ya no se aguanta el calor. Los años pasan, te das cuenta por las veces que los jardines se visten de colores derramando hojas como quien llora.
Aquí, con esta temperatura altiplana, y el agua de las tardes de verano, y el verde perpetuo corriendo hasta allá a lo lejos, parece que tiempo se para. Y ya no sé en qué estación vivo. Y es un año más y ni enterada... ¿No buscaban la fuente de la eterna juventud por estos pagos? Pues eso.
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Y qué habremos de hacer, sino vivirlos, vivir los años que nos quedan. Agarrar lo bueno de aquellos cuyo recuerdo nos hace esbozar una sonrisa, sudar frío cuando acarreemos los momentos que nos abatieron y dejaron sin resuello y por encima de todo tirar adelante porque tenemos una misión, lo mejor está por vivir y hay quien nos necesita.
¡Felicidades chispitas!
O, Captain! My Captain!
Faltaste tú y todos, y los mosquitos gigantes que nos pican mientras vamos río abajo...
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