Suena a postín, pero no, el Hipódromo de las Américas no es Ashton: bufé libre, niños, señores con sombreros y botas y pelo engominado, niños, payasos, niños. Nuevo, limpio, ordenado, diría perversamente familiar, a caballo -je- entre un zoológico y un bingo.
Lo pasamos bien, conste, Juan V., Margarita, los niños, Ricardo y yo.
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