Los españoles sentimos por Veracruz un amor bobo, como son un poco todos los amores en realidad, hecho de idealización y autoengaño. Un amor de emigrante. Como si el puerto no fuera esa cloaca que expulsaba a las damiselas hacia
los cafetales y la cosa
no siguiera pudriéndose. Yo a la luz roja de la sauna, sudando todas las penas gota a gota, y afuera,
las noticias. Cosas que no se ven desde este balcón luminoso.
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