domingo, 13 de junio de 2010

"Estamos hablando aquí con mucha formalidá" (Kiko sin cortes)

Hoy me he acordado de aquella entrevista que le hice a Kiko Veneno hace cuatro años y medio (uf) a instancias del editor de LL. Yo le propuse al editor publicar la crónica de la entrevista en lugar de la entrevista editada en estilo directo, que de ninguna manera hacía justicia a aquella divertidísima conversación en la peña bética de Valencina que acabó con nuestra mesa bajo el sol llena de botellines vacíos de cerveza. Pero entonces yo no tenía ningún poder de convicción sobre el editor (¡otro gallo nos cantaría hoy!), así que la entrevista salió así. Hace mucho tiempo que le debía esta joya surrealista a mis propios delincuentes, que a veces comen en frío y otras en caliente. Va:

¿Y quién es “el hombre invisible”?
Pues no hay contestación para eso. “El hombre invisible” es un cúmulo de circunstancias que han hecho que yo hiciera una canción con ese título, que tampoco dice nada, porque... dicen que lo han visto por allí, que lo han visto detrás de ti. Pero lógicamente, por más que evolucione uno en el pensamiento, no lo puedes ver. Así que... hay una película, es un mito muy... El mito yo lo remitiría a antes de la película famosa de los años 40 que yo no he visto, y el libro y tal. Para mí el mito de los hombres invisibles... los dioses griegos cuando aparecen contados en la tradición griega, en la Ilíada y demás, son como hombres invisibles también, son fuerzas que están ahí, superiores a la humana, que de pronto desaparecen, pero no por ello dejan de actuar.

¿Te refieres al poder, o un poder en la sombra?
No, no, no, me refiero a lo más sencillo, que lo más sencillo para nosotros es el tebeo y el chiste del hombre invisible. Quiero decir que es un mito popular, de nuestro imaginario colectivo. Para nosotros es también un súper-héroe o algo así, el hombre invisible es un súper-héroe y tiene el poder de ser invisible. Por eso te he dicho yo que eso podría llevarte hasta los mitos griegos. Pero también, por ejemplo, te puede llevar a todo lo contrario, ¿quién puede ser el hombre invisible, en un sentido? Pues la persona más anónima que naufraga ahí, viniendo a Europa en una patera y ni siquiera ya está entre los refugiados, ni entre los muertos, ni entre los desaparecidos, ni entre los reclamados, ni entre los deportados ni ná, sino que nadie se ha enterado de que se ha muerto. O sea, que tiene un montón de interpretaciones. Yo en mi canción no le doy ninguna, la verdad. Me he imaginado un tebeíllo, jugando un poco para que la gente se ría. Yo no quiero con esa letra hacer filosofía ni ná, lógicamente. Lo que quiero es hacer una canción rockera y ya está, y si acaso plantear algo, porque eso siempre es una obra muy rica.

Después de cinco años sin sacar un disco en solitario, ¿te sientes reconciliado con la industria musical española?
Yo no tengo ningún sentimiento de odio ni de aversión contra la industria musical. Lo tuve en mis principios, mis primeros años sí fueron duros para mí en ese sentido porque hicimos Veneno y lo guardaron en un cajón, porque les daba vergüenza realmente. Yo no les culpo a ellos, ni a una persona ni dos, quiero decir que es lo que había, que quizá no era el momento nuestro. Sí que tuve una reacción de rechazo a la industria discográfica. Después he comprendido que bueno, ellos están ahí, hacen lo que pueden, lo que quieren o lo que las circunstancias permiten. Quiero decir que no tiene sentido estar enfrentado a esta gente, ni a nadie. Quizá no son como tú quisieras que fueran, no te preparan algo como tú querrías que te prepararan, pero bueno, es lo que hay, y es como las emisoras de radio. A mí no me gusta cómo son las emisoras de radio en España y cuando me llaman para una entrevista voy, ¿entiendes? Es lo mismo. O sea que no tengo ninguna relación de aversión y de rechazo. En un principio sí, los primeros años sí fueron duros para mí, yo no entendía cómo esa gente no me daba más...

Luego se te ha devuelto, porque esos primeros discos ahora son de culto...

Bueno, luego las cosas llegan cuando tienen que llegar, en su momento. Sí tenía un sentimiento de aversión hacia ellos, pero se me quitó, se me quitó rápidamente, cuando yo hice el Cantecito (Échate un cantecito, 1992) yo tenía eso perfectamente claro y la gente también.

Hasta entonces, tú tenías la sensación de haber sido los ochenta una época maldita...
Claaaro, porque para mí los años ochenta eran una ruina, ¿entiendes? Yo había hecho un disco para meterme en la música y de pronto empiezan los sonidos esos tecnos y con las baterías así, “pla pla pla”, y bueno, no conseguía que el disco saliera de un cajón.

Sin embargo los ochenta fue la época en que Camarón rompió con la Leyenda del tiempo, diste a conocer a Martirio, Pata Negra despegaba, tú empezaste a ser conocido por la televisión, en La bola de cristal... El público supo entonces quién era Kiko Veneno. ¿Tú te has replanteado esa época después más benévolamente?
Yo no me he replanteado nada. Yo no pienso mucho sobre mi vida porque soy una persona muy poco reflexiva, por eso no me gusta nada el ajedrez. Sé lo que hice y por qué lo hice, y ya no vuelvo a reflexionar, no sé si es una actitud positiva, porque a veces conviene. Yo ahora mismo tengo un sentimiento muy claro de que en aquella época yo no estaba contento pero tenía que hacer algo, no veía claro la música que tenía que hacer, por el motivo de que yo había entrado en la onda de Veneno, y trabajar con Raimundo, y con Camarón en La leyenda del tiempo. Yo estaba en esa tendencia de coger y renovar el flamenco. Y de pronto llegan los ochenta, que son una época muy... y me quedo yo sin Raimundo, que forma Pata Negra y esa tendencia la sigue él –que tampoco tuvieron éxito en su momento, porque ellos no tuvieron éxito realmente hasta el año 87 u 88–. Pero durante todos los ochenta tuvimos ese sentimiento.

¿Qué aprendiste del maestro Camarón? ¿Qué anécdotas podrías contar de cuando trabajaste con él?
Para nosotros era un príncipe y como tal se comportaba. Era una persona realmente aparte, tenía un carisma, una personalidad... Bueno, que nosotros, claro, no podíamos disociar de su voz, porque yo cuando lo vi a él, lo conocí en persona, ya lo había conocido tantísimo de sus discos... Como persona era tremendamente sencilla, humilde, con un carisma muy especial... Bueno, el sentimiento de estar con una persona que tenía un don especial, una persona privilegiada. Pero al mismo tiempo, una persona con una accesibilidad, una persona consciente de ese poder que tiene y es capaz de utilizarlo de una forma muy humana.

Ponme un ejemplo...

Te quiero decir que no es la persona que cuando comprende ese poder que tiene se sube en un pedestal y entonces ya se dedica a ejercer su poder. Sino una persona que cuando comprende ese poder que tiene se queda al nivel de la tierra y siempre, aunque tú le admires su poder y todo eso, junta su hombro con el tuyo y es tu hermano, tiene una relación de hermandad, ¿entiendes? El prototipo más claro de Camarón es Jesucristo, es como un mártir. Al final, la leyenda de su vida deriva en mártir, o sea, Camarón, príncipe y mártir. Tuvo su juventud y murió mártir de su compromiso artístico...

Y de los excesos...
Entonces digamos que esas serían sus señas de identidad. Te iba a decir algo pero se me ha olvidao...

Sí, alguna anécdota que tengas, algo que recuerdes...
No, eso de que parecía como Jesucristo. Y de hecho la iconografía, esas estatuas y esas pinturas, cada vez se parece más a un Cristo.

Volviendo al tema de la música en España, ¿cuáles dirías que son los males de la industria discográfica? ¿De quién es la culpa?
Hombre, los males de la música en España... Yo contestaría siempre, como en todo, que hay que verlo en un aspecto global. Entonces yo intento plantearme cuál es la situación de la vida, por qué la vida es así: ¿cómo vivimos?, ¿tenemos tiempo para vernos?, ¿en qué utilizamos nuestro tiempo? En ese sentido es un pensamiento muy marxista, ¿no? ¿Cuáles son las condiciones?, ¿de qué disponemos?, ¿cuál es el campo de trabajo? Entonces te diré cuáles son las costumbres de la gente, si se comunican o no, el tiempo que pasan solos, el tipo de relaciones sexuales que tienen y el tipo de deporte que practican, lógicamente, y las horas que se pasan sentados en el sofá. La cosa es muy física... Y ya me despistao otra vez. ¿A cuento de qué digo yo esto?

Qué males aquejan a la música en España.
Yo creo que en general la vida va a peor, a más desagradable, a menos tiempo, a más estrés, a más monopolio de los medios de información, a más imposicición de las cosas, cada vez tenemos menos conocimiento de lo que es, de cómo se reparte el poder del mundo y cómo actúa. Pero al mismo tiempo cada vez tenemos más conocimiento en libertad personal y en disfrutar, y en partir botellas también, y en tomar tripis, y en volvernos locos y volver, y en muchas cosas. O sea que estamos en una sociedad con una fuerza y una vitalidad que está cambiando muchísimo. Dentro de todo eso la música la veo como un aspecto liberador, porque siempre nos remite a la necesidad de un... joder, la música es un sentimiento muy especial porque de pronto, te permite conectar contigo mismo de una forma especial, es algo muy abstracto. Es una cosa inmaterial, tiene mucho poder evocador, y entonces la gente lo necesita y lo utiliza cada vez más. La música hoy se demuestra que es, yo la interpreto, como una de las válvulas de llamada de la gente, de socorro, ¿no? La gente quiere música, la necesita.

Entiendo que quieres decir que pase lo que pase, el artista siempre va a encontrar un público que esté esperando esa música determinada, da igual los problemas que haya en la industria musical. Te pregunto.
Lo has definido muy bien, ese mecanismo funciona así, como tú lo has definido. De pronto hay un mogollón de mujeres en España, en una España en que cada año están muriendo un centenar, dos centenares de mujeres, víctimas de la violencia de sus parejas, de hombres. Entonces de pronto hay ahí la sensación de un poder emergente de la mujer, la mujer está ocupando un espacio, mostrando sus sentimientos de una forma, y de pronto aparece Bebe, y hace así, coge todo eso y hace una canción con todo eso. O sea que el mecanismo es ése, no hay otro, ¿entiendes? Habrá habido muchas mujeres que hayan intentado recoger ese sentimiento colectivo que se estaba creando, pero ella ha sido la que ha tenido esa suerte, ha tenido esa habilidad, ese arte... Pero físicamente funciona así, quiero decir, que necesitamos ese cantar... Cantar, o sea, la música, es una actividad que nos ayuda a entender la vida cómo es, porque nos pone en una situación de más placer, más subjetiva, más mágica, porque no tiene cuerpo, no tiene ná, la música es una gratificación muy especial, te ayuda al cuerpo pero de una forma muy espiritual. Por eso es como una válvula de llamada.

Sin embargo, los cantantes profesionales se quejan de que la industria española tiene determinados problemas. Por ejemplo, ¿tú qué opinas del fenómeno de Operación Triunfo, el construir artificialmente un cantante, jóvenes que canten canciones conocidas que al final venden más que los originales?
No es el fenómeno ese, ¿eh?, así no es, yo no lo describiría como lo has descrito tú. Yo lo describiría de la siguiente forma: es un concurso en el que aparecen artistas como Bisbal, que tienen un nuevo repertorio. Es un sistema parecido a lo de antes. Porque lo mismo que te he dicho antes de la mujer y Bebe, pues bueno: la familia en el sofá, la concursitis, hay fenómenos que se dan y de pronto la gente juega a eso. Pero el objetivo siempre es el mismo: Bisbal viene a ser como un Manolo Escobar moderno, joven, ¿no? Y está ahí porque el público lo quería. Y claro, lo que pasa es que luego ha habido otros veinte o treinta, y se han quedao ahí.

O sea, que tú no piensas que es un fenómeno que afecte realmente a la música.
No, no, no, yo creo que no. Porque realmente las consecuencias musicales que ha tenido no han sido tantas. Estrictamente musicales han sido Bisbal, Bustamante y poco más. Después ha tenido repercusiones a nivel industrial en muchos aspectos, por ejemplo, cómo empezó esta gente a monopolizar las listas de éxitos, cómo empezaron a vender discos baratos para competir con el top-manta, a sacar un disco al mes... eso fue muy revolucionario en su época...

Y ocupar todas las galas de verano... Eso hizo mucho daño a los cantantes profesionales...
Bueno, bueno... Pero realmente, Operación Triunfo es un fenómeno televisivo, un show de televisión, más que estar relacionado con la música...

¿Pasajero?
Bueno, pasajero... Es televisión, y la música que se hace no es original. Hay que contemplar eso, que cuando hablamos de música siempre es la música que se está haciendo y la que se va a hacer, ese es nuestro concepto como concepto de música popular, un concepto que se ha sedimentado ya entre la gente. Estamos hablando aquí con mucha formalidá, ¿eh?

Hombre, de estos temas serios yo creo que tú tienes autoridad para hablar... ¿Cómo es tu relación con internet, a la luz de tu experiencia con Gira Mundial?
En principio, positiva, bueno, en principio y en el fondo. Internet es una llamada a la libertad. Cuando no puedes expresarte, porque realmente los medios alcanzan un nivel de monopolio grande, entonces te das cuenta de que internet es información libre. Internet es información libre, y ése es el auge. Será de nuevo, está siendo ya carcomida por el poder establecido, a través de la publicidad, a través de esto, a través de lo otro, a través de cantidad de cosas, de los virus y del spam, y a través de todo eso. Los virus vienen a ser como el terrorismo, ¿no?, en el fondo hacen juego al sistema. Pero bueno, así es la historia del mundo.

¿A ti te ha ido bien por internet, no?
Ahora mismo es minoritario, es emergente, y está jugando con la verdad, con libertad. Hay una libertad de decir lo que se quiere. Ahí aparecen las opiniones minoritarias, las opiniones libres, todo el mundo. En internet puedes encontrar todo lo que no encuentra en los medios convencionales. Claro, eso se convierte en una especie de fuerza contra el sistema. Y lógicamente en el momento en que sea mayoritario, pues se empezará a repartir cuotas de poder. Entonces, ahora mismo está minoritario, y aun así hay veces que te entran muchas ganas de quejarte por eso, porque te pasas ya casi más tiempo quitando virus y spam.

Es el medio por donde se cuela la piratería también, ¿no?, que es algo que os hace daño a los músicos. ¿Tú cómo ves ese fenómeno?
Yo desde ese punto de vista, yo a internet lo veo muy curioso, porque bueno, sobre todo es un fenómeno de libertad. Pero técnicamente pasa una cosa: somos muy chapuzas. También lo digo yo desde un punto de vista de una generación que le cuesta trabajo lidiar con los ordenadores y con el lenguaje éste, que no es lo mismo que los chavales jóvenes que lo hacen con mucha más facilidad. Aun así es sumamente fácil, pero es muy inestable, se cuelga mucho, hay muchos fallos... Yo básicamente lo utilizo para el correo y para copiarme mis discos.

O sea, que te da igual la piratería...
Yo no lo llamaría piratería. Vamos a ver, yo hago un disco, y quiero que se venda, por mi parte no estoy dispuesto a que la gente lo compre gratis (sic), por definición, desde el punto de vista de creador y de vendedor. Ahora, yo soy el público, yo estoy en mi casa, yo tengo un ordenador en mi casa, me conecto a internet y me dicen “¿quieres esto?” y digo “sí, a ver cómo suena”, “pum, po pa ti”, ¿y yo voy a decir que no? No, no, no soy tonto, vamos.

¿Y de quién es la culpa de eso?
No, no, aquí no hay culpa, aquí no hay culpa, eso es lo que hay, esa es la realidad. Si hay unos aparatos que permiten copiar las cosas, pues tú te las copias, ¿entiendes? O sea que esto es así. La Giralda, ¿a ti te gusta?, pues te coges y te haces una, te compras una finca y te haces una, nadie te lo prohíbe, no tiene que pagar copyright ni ná, ¿entiendes? Si tienes la posibilidad, ¿por qué no? Si los que fabrican las máquinas para hacer esas copias son los mismos que fabrican los discos..., la Sony, la Phillips... son los que fabrican esas máquinas, y son los mismos los que siempre ganan. La gente va a hacer todo lo que pueda, dentro de las posibilidades que le den. En la época de los casettes, la gente se compraba los discos y se grababa los casettes para escucharlo en el coche o para tener copia de seguridad, y no se hablaba de piratería. ¿Por qué se habla ahora de piratería, cuando la gente lo que está haciendo es copiar de sus amiguetes? Lo que pasa es que el amiguete ya es universal. La música, para que cumpla su función, tiene que ser muy compartida, es una cosa muy espiritual, la gente la tiene que comprender, la tiene que buscar, yo qué sé, tiene que sentirla como algo suyo, es como la vida, ¿entiendes? O sea, no es una fórmula que tú digas “ea, fórmula tal”, los 40 principales o el más moderno de internet no valen, la música siempre es una búsqueda hacia una sonoridad; cómo te suena el mundo, entonces tú la escuchas, tú el mundo lo escuchas así, “bin bin bin”, y entonces eso es música, y es una abstracción sobre la vida pero al mismo tiempo te hace la vida más soportable, más bonita, ¿no?

¿Qué es para ti el flamenco, de dónde viene y adónde va?

Entonces bueno, lo que te decía, esta música si tiene que salir, saldrá por algún lado, ¿sabes? Es una necesidad de eso y... ya me perdío, me estaba dirigiendo hacia algo, pero no...

Estábamos hablando de internet, yo te decía que se cuelan cosas perjudiciales y tú decías que bueno, que la vida es así, que la gente al final busca...
... exactamente, la gente busca. Lo que vale en la vida es lo que tú buscas, no hay respuestas inmediatas ni hay fórmulas para nada. Pero claro, cualquier poder que vaya a ocupar la situación va a querer fidelizar a todo el mundo, darles la receta de la felicidad, del voto y de lo que hay que hacer, de lo políticamente correcto. Pero claro, la minoría siempre sabemos que eso no es así, que la vida no funciona así. La vida precisamente es la rebeldía, y saber conjugar el ying y el yang, ambas cosas, ¿no?, armonizar la esquizofrenia vital que tiene el mundo. La gente que ama la vida, los que hacen progresar la vida siempre son las minorías, que son realmente los machacados. Toda esta paradoja se convierte en la vida. En resumen, la vida se resume a tiempo, el tiempo es lo mismo que el espacio, es el conocimiento, es la cercanía. En la vida hay una serie de caminos que cruzan, que unen a todas las personas vivas, y entonces ahí sí, uno es digital, hay una puerta abierta y cerrada, y continuamente hay que abrir, cerrar, pero que estamos comunicados todos, ¿no?

Y eso es internet.
Todo lo que nos mueve al arte, a la cultura, a la imaginación, a la espiritualidad... Todo eso yo lo resumo físicamente en comunicación, en que se abren los circuitos, empiezan a funcionar las ideas, los sentimientos, la gente empieza a perder el miedo a los demás. La comunicación es un gran respeto a los demás, no poca vergüenza, no miedo, pero respeto a su intimidad, a su individualidad, y el no querer que seamos muchos. Así es como concibo yo la comunicación, la comunicación es una máquina que se vuelve loca en el momento en que todos pensamos lo mismo, porque ya no somos personas, somos Hitler, eso es muy peligroso, entonces quiero comunicarme, pero bueno...

Hablas del pensamiento único, ¿no?
Exactamente, quiero decirte que quiero comunicarme, pero no quiero tener razón. Entonces todo está en una dualidad que el propio lenguaje ya te traiciona para intentar definir cuál es la dualidad esencial que tenemos en el mundo.

¿Tú lees? ¿Cuál es el papel de la literatura en tus canciones?
De joven leí mucho; bueno, no, tampoco, tampoco, conozco a mucha gente que ha leído mucho más que yo... No, hombre, en algunas canciones he tenido por ejemplo a Italo Calvino, como referente, con El barón rampante, que es una canción que hice sacando frases del libro. Y alguna referencia como “por la ventana brilla la luna”, que eso recuerda a la poesía modernista de Valle-Inclán, algunas cosas lorquianas... Pero la literatura, hombre... Bob Dylan, cuando yo lo escuchaba era sólo un músico, pero cuando empezamos a leer y a traducir las letras, eso era literatura, era un poeta, no tan complicado como Dylan Thomas, pero bueno. El flamenco es lo mismo. Porque en el momento en que conoces a San Juan de la Cruz, que conoces a Juan de la Encina, comediante, que conoces a Garcilaso, o los poemas juglares o el Arcipreste de Hita, pues bueno, todo eso tiene una continuidad en el flamenco. Letras flamencas del siglo XX de pronto son ramas del mismo tronco ancestral. El flamenco tiene también una parte muy descriptiva de las costumbres, de los gustos y de la sociedad de su tiempo. Pero sobre todo es un canto personal, a mí lo que me gusta del flamenco es que nunca pide a la gente uaaaaah, U2, ¿no?, ¿entiendes?, siempre es individual. El flamenco es el arte que más claramente explica lo que te he intentado decir antes sobre los medios de comunicación, que cuando se hacen mayoritarios pierden ya su poder.

O sea, que el flamenco tiene que seguir siendo minoritario.
El flamenco es el grito personal, son muchas las pequeñas minorías las que tenemos que conservar en el mundo. Es mucho más valioso tener muchas pequeñas minorías que no grandes mayorías. La riqueza de nuestro planeta son muchas pequeñas minorías, y entonces es, es romper el miedo a los demás. Como tenemos miedo a los demás, queremos o eliminar a los demás, o que se parezcan a nosotros.

Pero qué difícil es dar con el equilibrio de darse a conocer, para lo cual necesitas un trabajo comercial, pero luego conservarse para una minoría. ¿No hay contradicción? ¿Cómo se conjuga?
Es difícil, es un proceso de reflexión y de negación constante, es continuo. Si haces un concierto y de pronto te aplauden mucho, tú te sientes bien, pero como pienses demasiado en lo bien que te sientes, lo que te han aplaudido... Me parece bien tener esa satisfacción, que además te lo pide el cuerpo, pero claro, si tú abusas de eso, pues, yo qué sé, durante dos días pensando “hostia, qué bien estuve anoche, hay que vé, qué bien estuve, qué bien canté, lo que me querían, lo que me aplaudían...”. ¡Eso se convierte en un mamahostias!, ¿entiendes? Estás perdiendo lo que ha hecho posible que hayas tenido un buen momento. Ha sido un momento de entrega. ¿Y esto a cuento de qué venía? [Le aclaro volviendo a la pregunta]. Bueno, para mí, en el fondo, todo esto es un juego, que es lo que nos da el puesto de trabajo [y señala la revista], lo que nos da el orden para escribir los periódicos... En el fondo la vida es muy sencilla: adaptarse, buscarse la vida y es una serie de comunicación constante, de saber las posibilidades, de barajar, y entonces bueno, pues siempre acaba en el sentimiento de muchas minorías y eso es intentar conciliar la persona con esa obligación que tenemos de vivir como colectivo. Yo percibo siempre el colectivo como algo amenazante. Al mismo tiempo es algo maravilloso también, pero esa contradicción es indisoluble. Es maravilloso cuando la gente está así en un colectivo, pero también es muy amenazante, que como tú no estés en esa religión, te machacan. Entonces me da mucha pena y mucho miedo también cinco mil persona levantando los brazos y gritando “uaaaaah”, ¿sabes? Eso hay que cogerlo con prevención siempre, porque es que no, no, eso no es verdad, no es verdad, eso es un espectro, se multiplica uno por cinco mil, y no: una persona, dame el sentimiento, la verdad, de una persona. Porque esa es la única verdad que hay. Yo por ejemplo, hacía muchos años que no hacía entrevistas, y hago todo tipo de entrevistas dentro de la campaña de promoción, ¿por qué?, porque soy un mamahostias vulgar, eme hache uve, de aquí, del Coto de Doñana. Y bueno, tengo mis rachas de optimismo, pienso que yo tengo algo bueno que dar a conocer. Hombre, tampoco soy tan capullo de creer que la gente me necesita, pero vamos...

¿Cuáles son los límites del flamenco para ti?
Cuando sea una cosa que le guste a todo el mundo, ya no es flamenco, por definición. Camarón, por ejemplo, era un gran minoritario, no vendió discos hasta que se murió, y nunca fue disco de oro, a lo mejor, una vez. Al mismo tiempo era seguido por miles de personas, minorías muy activas, en este caso los gitanos, gente marginal, que también vive la música de una forma más liberadora y más, como con más necesidad, no es la persona que va a un concierto a ducharse, sino que es una persona que vive la música a médula de hueso.

¿Para ti qué hay de tópico y qué de verdad en que te definan como padre del flamenco-rock?
Yo lo que fui es de una generación que de pronto tenía conocimiento del flamenco y que también nos gustaba la música de aquella época, que era la música hippie, esa generación era también Lole y Manuel, Triana... Fue una especie de romanticismo un poco tardío, como fue Bécquer en el siglo XIX, porque esa onda en Europa había pasado, venía pasando desde los años sesenta, pero claro, nosotros estábamos aquí con Franco, y eso fue lo que hizo que ese movimiento liberador de los sesenta en España se diera en los setenta. La generación nuestra percibía que ambas cosas eran nuestras, el flamenco y lo hippie.

¿Y tú te ves como padre de eso, o eso es un invento?
No, no, ni padre ni ná. Manuel Molina fue el más grande precursor de todo eso, y los Smash también, se meten ya ahí, pero claro cuando Manuel se mete ahí, los Smash tampoco sabían mucho de flamenco, a lo mejor Gualberto era el que sabía un poco más. Nosotros, la generación de Veneno, de Triana y tal, yo creo que sabía más de flamenco, combinado, más de las dos cosas, quizá. Pero bueno, es eso, en ese momento ambas tendencias se juntan con naturalidad. Y después nos corresponde también el cambio del estilo de las letras en castellano, que hasta entonces se hacían con mucho miedo. Creo que fuimos los que dimos una llamada ahí para soltar y buscar nuevas perspectivas en el lenguaje.

Tú aprendiste flamenco tan cerca como en Estados Unidos... ¿Qué recuerdos guardas de ese viaje de juventud?
Yo tenía la idea de Estados Unidos como un país imperialista, había leído sobre la historia de Cuba, de la hipocresía que había en los Estados Unidos, cómo despreciaban ellos a los nativos, cómo utilizaron ellos la guerra española para quedarse con el país y dominarlo de una forma si cabe más cruel que la dominación que podían haber hecho los españoles. O cómo estaban comportándose en Vietnam, una cosa tan imperialista, o bueno, ahora, lo de Iraq, que es casi lo mismo. ¿Cómo puede tener esta gente la caradura de mandar un millón de soldados, allí, a un país que no es suyo, para poner sus ideas y su política?... Estados Unidos era un país imperialista. Pero cuando yo fui allí y vi a los grandes individuos, personajes grandes en un país grande, y leí a Walt Whitman... vi la grandeza de los grandes personajes americanos. Me empapé de un montón de cosas positivas: vine aquí hablando muy bajito, y la gente “¿qué te pasa, por qué hablas tan bajito?”. Allí, por ejemplo, cuando se hablaba mal de alguien que no estaba delante se decía “quillo, no me hables mal de nadie que no está delante”, eso es algo muy americano. Es que hay valores muy bonitos que tienen ellos.

¿Cómo te gustaría que te recordaran las generaciones por venir?

Las generaciones, no tengo ninguna idea ni me interesa para nada. Me gustaría que me recordaran mis parientes y mis familiares, la gente que me ha querido y me han aguantado, y que me recordaran como una persona que intentó por lo menos luchar y entregarse a la vida y entregarse a las personas.