"La
desconexión con la ciudad es lo que más margina a la sociedad"
Se
nota que a Javier Sánchez (ciudad de México, 1969) le interesa la ciudad y la gente.
No en vano los diseños más emblemáticos de su estudio, JSª, se concentran en la
colonia Condesa, en cierto sentido el centro geográfico de la vida capitalina.
El hotel Condesa D.F. o el espectacular complejo en Ámsterdam 235 son ejemplos
de cómo recuperar viejos edificios art déco con un estilo limpio y original. El
León de Oro en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2006 y el Premio
Arquitectura Joven hace dos años concedido por el Colegio de Arquitectos de la
ciudad de México son sólo dos de los numerosos galardones que tiene en su haber
apenas cumplidos los cuarenta.
¿Cómo
se mantienen los pies en el suelo con tantos premios y siendo tan joven?
Yo creo que nunca hay que creérsela. Si
no mantenemos un rigor por el trabajo, lo que hacemos hoy, mañana desaparece.
Todos esos premios pueden servir para algo, pero también se pueden ir muy
rápido.
Define
tu propuesta arquitectónica en una frase.
Creo que es una propuesta que trata de
articular la arquitectura con el lugar en el que se inserta. Una arquitectura
sobre todo de conexiones: el objeto arquitectónico más allá de sus fronteras.
¿Cuáles
serían los requisitos de esa vivienda urbana a la que tú has dicho muchas veces
que te dedicas?
Tiene que tener una fuerte relación con
la ciudad y con la comunidad. Tienen que existir espacios de encuentro de la
gente, y no sólo pensarla como vivienda aislada.
Eso
no es muy fácil en una ciudad que durante muchos años se ha dedicado a
desconectar urbanísticamente a la gente.
Es ir un poco contra la marea, porque
cada vez que propones una conexión, aparece el tema de la seguridad y el tema
de la rentabilidad de los proyectos, temas que siempre juegan en contra de tus
objetivos. El chiste es encontrar la forma de negociación. No podemos dejar de
lado el motor de la vivienda, que tiene que ver con lo inmobiliario, pero
también tenemos que generar vivienda que no sólo sea habitación, sino que sea
lugar de encuentro, que posibilite la vida.
¿Qué
es lo más difícil de ser arquitecto en una ciudad como esta?
Es una ciudad donde se pierde mucho
tiempo. Mucho tiempo en desplazarse y mucho tiempo yendo en contra de la
burocracia.
¿Cómo
se sortean los laberintos burocráticos y las redes de corrupción que existen en
el mundo de la construcción?
Pues construyes una reputación de estar
al margen. Eso funciona bastante bien: la gente sabe a quién sí y a quién no.
¿Qué
crees tú que es lo que más daño ha hecho a la capital arquitectónicamente a lo
largo de la historia?
No conectar toda esa inercia que tiene
esta gran ciudad hacia una visión colectiva. Yo creo que es una ciudad que dejó
de pensar como tal y ahora se piensa más en desarrollos inmobiliarios
independientes.
¿Qué
lugar común sobre la capital desmontarías?
Que no es una metrópoli gigantesca que
sea difícil de comprender, sino más bien una agregación de barrios.
En
algunas obras tuyas añades estructuras súper modernas a edificios antiguos.
¿Cómo se logra eso sin romper la armonía?
De lo que se trata es de encontrar el
potencial de una estructura existente, sea histórica o no, y darle realce a lo
que ya tiene, respetuosamente. Tiene que ver con una labor menos protagónica de
la arquitectura contemporánea.
¿En
qué arquitectos internacionales te miras?
Me interesa mucho un arquitecto como
Peter Zumthor, que ahora ha sido merecedor del premio Pritzker, por pensar en
escala humana, en la relación entre la arquitectura y el hombre.
¿Y
de la escuela mexicana?
Mi primer maestro es mi padre, Félix
Sánchez, y luego tengo maestros adoptivos o postizos. Siempre he admirado a
Mario Pani, particularmente.
Un
nombre sobrevalorado en la arquitectura mundial.
Mmm… Estoy tratando de ver cuál es el
peor de todos… César Pelli, por ejemplo.
¿Cabe
en el mundo una arquitectura verde que no sea cara? ¿Están los pobres
condenados a una arquitectura que contamine o fea?
No, yo creo que tiene más que ver con
volver a pensar con lógica, como aprovechar la energía del sol o del viento.
Parecería que es cuestión de tecnología, pero sobre todo es una cuestión
técnica.
¿Y
qué se podría hacer con esos cinturones de fealdad arquitectónica que rodean la
ciudad?
La desconexión con la ciudad es lo que
más margina a la sociedad. La propuesta que podría hacer es reconectar a estos
barrios con el resto de la ciudad, para que se sientan parte de ella, y no una
zona marginal y periférica. Y me refiero no solamente a la miseria
autoconstruida, sino a los proyectos miserables que hacen los desarrolladores.
Por
ejemplo los desarrollos horribles de la vivienda pública, en esos páramos donde
no llegan los servicios…
En realidad no es tanto la vivienda
pública, porque el Estado ha asumido un rol de financiador más que de gestor de
la vivienda. La gestión de la vivienda la hacen los desarrolladores: falta una
preocupación de Estado que la pueda encauzar.
(Publicado originalmente en el blog
"Otras voces" de la revista Letras
Libres, el 23 de marzo de 2010.)
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