viernes, 13 de abril de 2007

tiembla

Hace poco más de una hora, hacia la una menos cuarto de la mañana, mientras hablábamos de cualquier asunto vital que enseguida se volvió fútil. ¿Está temblando? Claramente, el suelo de la sala se balancea. "Vámonos", me dice R, blanco. Me da tiempo a ponerme un pantalón mientras cruzo la puerta. Sigue moviéndose el piso. "Está temblando duro". Sin embargo, no se va la electricidad. Por las escaleras vemos encenderse luces, sentimos abrirse y cerrarse puertas, oímos niños llorar porque les arrancan del sueño. En la calle nos encontramos todos: en pijama, tiritando. Ya pasó. Una señora de unos ochenta años no deja de sacudirse con fuerza bajo una manta: "No puedo saber si ya paró", dice compungida; su nieta la abraza para calmarla. Decidimos que no hay peligro y volvemos a casa. De vuelta por las escaleras, los vecinos siguen bajando; algunos llevan bebés en brazos, todos van a medio vestir; la señora mayor del tercero baja con lágrimas en los ojos. ¿Se acuerda del 85? La radio y la televisión siguen dormidos; quince minutos después por fin hay noticias en internet: intensidad 6.3, epicentro frente a las costas de Guerrero. Y una oscilación sólo perceptible ("ahora la réplica") para los sentidos agudos de quien nació en esta ciudad de volcanes y asfalto movedizo.

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