Fue gracioso ayer escuchar de los periodistas del programa Prensa y Democracia que al principio tuvieron un choque cultural con él. Que no están acostumbrados a que los traten así ("les gusta hablar como les gusta hacer footing", "¿podría usted bajar un poco a lo concreto?", "nada, nada, no, no sabe nada"), pero que al día siguiente ya se lo tomaban bien. Y reían honestamente. ¡Poco han tardado! No saben estos lo mal que sientan en España las bromas a la arganzuela. Me cayeron bien: profesionales que se juegan la vida en provincias, o que simplemente intentan hacer su trabajo lo mejor que pueden, pero perdidos en la espesura. Todos lo estamos. También él, y reconoce hasta dónde llegan sus faros antiniebla, como siempre. "No sé", decía Octavio Paz tantas veces...
En fin, que no hay nada como el buen sueño para atacar como se debe las palabrotas. Lo dejé descansar a mediodía también, y el tema daba para tanto que se extendió por la tarde. Energía. Preguntas. Algunas respuestas, no todas. Es imposible por ahora.
A pesar de mi tristeza intentaba el buen humor. ¡Pero Ricardo!, me confundía a veces. "¡Ves como somos un matrimonio y solo llevamos tres días juntos!"
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