Cosa de las dos y media le mandé un meil sorprendiéndome de que alguien fuera capaz de dormir tanto en estas alturas, con este polvo de temporada seca y el jet lag europeo a cuestas. En realidad lo hice por molestar, porque Verónica, aka el link en la sombra, ya me había dicho que estaba despierto. De hecho ya había colgado su primer post americano.
Ya por teléfono, me contó una historia rarísima de quedarse en el pasillo desnudo (licencia poética, supongo) sin nadie que le abriese la puerta. Que se lo pidió a una limpiadora y ella le contestó que no podía porque no era competencia suya. Ah, bienvenido a México, con equis.
Llega a casa con un regalo que ya da por bueno el viaje, qué periodismo ni qué terrorismo ni qué internet: dos cilindros de oro con la última cosecha de Nicolás Gómez Marín. Yo, que estado en esa almazara, sé lo que vale (y no hablo de los recuerdos que me trae).
Está más delgado desde aquel día de San Esteban: el deslactosamiento le sienta bien. Aunque una vida sin queso... ¡y sin Sacha! No me puedo imaginar tanta tristeza.
Apenas hay tiempo para ponerle al día en su agenda. Entrevista a las cinco y media, luego tele y luego cena con el gobierno. Como me toca quedarme de niñera, mañana cuelgo los enlaces correspondientes y cuento del cuento lo que me cuente Cayuela.
2 comentarios:
Yai, párrafo 2, línea 2 :)
Nada, que las hormonas licuan el cerebro... ;)
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