Nuevo camino para bajar desde la colina en que se encarama Santa Fe, proporcionado por un taxista amabilísimo, al que llamaremos Uno: por Santa Lucía, en Corpus Christi se da vuelta a la derecha para meterse por "la araña" y de ahí se sale a Tepeaca, que va a parar a los Arcos de Colinas del Sur, desde donde se llega a Barranca del Muerto. "Es rapidísimo, sólo que es una colonia populosa [sic]",
decía el prenda.
Debieron haberme disuadido las dudas del taxista al que llamaremos Dos (¡debieron haberme disuadido "araña", "Tepeaca" y no digamos "populosa"!), pero ufana le solté un "la vida es aventura", y casi lo obligué a precipitarse barranca abajo. Confieso que no volveré a tomar el camino de marras: "la araña", que yo imaginaba una obra de ingeniería volante tipo Los Ángeles, es un camino apenas asfaltado que avanza con trabajo entre las cañadas, subiendo y bajando pendientes a los pies de las casas de concreto gris malcolgadas de las laderas; en un par de recodos oscuros, cuatro borrachos (borrachos como mínimo, digo) piden una moneda de peaje. "Huy, señorita, pos hace cinco años era mucho pior: la araña era asalto seguro".
Tardamos lo mismo que bajando por donde siempre, la civilizada Calzada de las Águilas. Amabilísimo, el Uno...
No hay comentarios:
Publicar un comentario