Ya sé por qué los comercios textiles fracasan en la Condesa (hecho que me negaba aceptar, escéptica, de labios de Cayuela): venden trapitos sin marca ni diseño particular, 100% poliéster y hechos en China, por un precio más cercano a los 1.000 pesos que a los 100, que es lo que justamente valdrían. Cuando expuse esta desconfianza a una tendera, su primera contestación fue que Hugo Boss también maquila en China; su segunda, que llevaba veinte años vendiendo ropa, y su tercera -más cautiva y desarmada ante mi "y yo veinte años comprándola"-, que esa barbaridad es el precio que tiene que poner para poder "estar aquí". Conclusión: cobran al cliente la renta del local en el barrio bien sin darle a cambio buena prenda ni garantía.
La tendera de marras traspasa la boutique.
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