domingo, 11 de octubre de 2009

transición

El día que llegué a México a vivir, se fue la luz en casa tres veces seguidas. "¡Te juro que esto no pasa todos los días!", me dijo Ricardo, no pensara yo que había ido a parar a una aldea africana y tomara el camino de vuelta al aeropuerto... (Todos los días no, en efecto, pero sí varias veces a la semana, especialmente en época de lluvias y en Coyoacán). Más tarde me escandalizarían los cables colgando, contaminando la vista de las calles, o los "diablitos", esos puentes que permiten el robo de la luz a pleno sol. Un día intentaron explicarme (quiero decir, me lo explicaron bien: era yo la que no entendía del todo) el insólito caso de la compañía que daba servicio al DF y a los estados circundantes, Luz y Fuerza del Centro, un animal deficitario e ineficiente lastrado por un sindicato tiránico y corrupto. Que fuera estatal no era excusa: la empresa que proporciona servicio al resto del país funciona perfectamente y también es pública.

Otro de esos primeros días, Ricardo me preguntó qué opinaba como extranjera del gobierno, si pensaba que lo haría bien o mal. Le dije que ningún gobierno mexicano haría avanzar la democracia y el bienestar si no acababa antes con esas instituciones tiránicas y corruptas que durante setenta años habían crecido como setas venenosas a la sombra del PRI, y que seis años después de la instauración de elecciones limpias ahí seguían, tan campantes.

Anoche el gobierno emitió un decreto –inteligible como pocos documentos legales– por medio del cual eliminaba Luz y Fuerza del Centro haciendo cumplir la ley que se lo permite, y, aprovechando los festejos (siempre desmedidos) por el pase de la selección nacional de fútbol al Mundial, mandó a la Policía Federal a tomar las instalaciones de la compañía.

A pesar de las amenazas del Sindicato Mexicano de Electricistas (electricistas a los que me gustaría ver poner una clavija) y los previsibles titulares de la Prensa Vigilante, la noticia nos hizo el domingo. Si todo sale bien, habrá empezado la verdadera transición.

(NOTA: son las 22:57 de la noche y sigue habiendo luz en casa).

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