viernes, 30 de diciembre de 2011

¿vacaciones?

Hubo un tiempo en que las vacaciones eran tres meses en Punta Umbría y no hacer nada era hacerlo todo. La mera perspectiva de no hacer nada ya iba llenando los días de pequeños proyectos –quedarse a comer en la playa, ir a la feria de Mazagón, caminar hasta el espigón, o hasta la playa del cruce, o pasar el día en la Flecha de El Rompido– y estableciendo una estricta rutina en la que dejarse caer lo mismo que una gaviota planea en el viento al ponerse el sol –despertarse sobre las diez, desayunar tostadas con aceite al aire salado de la terraza en sombra, bajar al mar a la una, comer a las tres (sardinas siempre), emplear la siesta en leer y en espiar con medio ojo a aquellos hermanos del tercero C, sentir el paso del verano en un sol que atardece cada vez antes y cada vez más metido en el mar, la barbacoa entre las dunas los miércoles, salir hasta el amanecer de jueves a sábado, estirar las horas contando estrellas fugaces de domingo a martes.

Así que entenderán por qué a esto, a este trasiego de aviones y camionetas y planes a las nueve de la mañana mientras corre deprisa desayuna, y calles estrechas y aire de autobuses rancios y reservas naturales hediondas y pirámides convertidas en mercadillos y restaurantes abarrotados en los que se espera una hora para comer a las cinco de la tarde, y niños de meses, de dos años, de cuarenta y tantos, de cincuenta y cinco, llorando, protestando, hablando, gritando, ordenando, sugiriendo, instruyendo, usando en fin cualquier verbo en modo imperativo, entenderán por qué a esto, decía, me cueste llamarlo vacaciones.

3 comentarios:

Manolo GH dijo...

Ay, qué nostalgia, Yaiza...cuántos huesos de chuletas nuestras encontrarían cuando hicieron el Barceló...

Anónimo dijo...

Yo también andaba por allí. Te ha faltado recordar la tienda mora de la Canaleta. Te he encontrado en Twitter, un placer seguirte.
Marita.

Santitos dijo...

Gracias, Marita, por tu comentario y por seguirme. De esa tienda no me acuerdo, quizá porque la Canaleta nos cogía lejos (desde Everluz), pero sí de otras muchas cosas. En otro ataque de nostalgia las escribo :)

(Manolo, ahora hay que enseñar a prender la barbacoa a la siguiente generación)