Una termina de leer Nobleza de espíritu. Una idea olvidada (DGE Equilibrista) y siente lo que al cerrar Terre des hommes, de Antoine de Saint-Exupéry: una punzada de dolor por la general indolencia del ser humano y otra de alegría por descubrir que no todo está perdido. También una enorme simpatía hacia su autor, Rob Riemen: ¿quién es este señor que tan joven es capaz de guiar en la oscuridad como un anciano faro de isla mediterránea? Da en el clavo de nuestros males. Se bate sin arredro junto a grandes nombres cada día más olvidados –Thomas Mann, Spinoza, Platón, Albert Camus, Leone Ginzburg– contra los predicadores del nada es y el todo vale, con el loco Nietszche a la cabeza. Es, en suma, un bastión de la cultura europea destruida con ahínco entre el 14 y el 45.
Pues bien, aquí estuvo toda la semana el bastión junto a su brillantísima mujer, Kirsten Walgreen, que vendría a ser sus cañones. Con ella fundó el Nexus Instituut de Tilburg, en los Países Bajos, cuando ambos eran jóvenes de insulto (ella veinticuatro, él nueve años más), y desde entonces, hace ya casi tres lustros, han sido capaces de convocar cada año a los principales intelectuales del mundo –Elisabeth Mann Borgese, George Steiner, Mario Vargas Llosa, Francis Fukuyama, Sonia Gandhi, Ian McEwan...– ¿a qué?, a conversar y confrontarse a la manera mayéutica, a mantener encendida la vela de los valores universales y de la cultura por encima de todo.
Conocerlos es volver a creer. Son divertidos, entusiastas y extraordinariamente generosos. Son, digo con orgullo, nuestros nuevos amigos.
2 comentarios:
Al ingeniero preocupado por las personas que no tienen acceso a la cultura porque no tienen que comer, le embaucan tus palabras por bonitas, pero le inquietan que tantos intelectuales que embellecen la palabra no la hagan herramienta que subvierta un sistema que a tantas personas deja sin leerles.
Hay que aprovechar cualquier oportunidad de contacto con ellos para animarles a bajar de las nubes, recordándoles que al hombre la energía le entra por la planta de los píes y que la novela más vella no es sino la vida misma.
Está lejos de las nubes y de ser una novela, este libro. Lo que dice Riemen es que para que una democracia sea digna, no bastan la libertad, la paz y la prosperidad, sino que se requiere algo más, valores universales que le den sentido, (cultivar el espíritu, de ahí el título). De lo contrario, como demuestra la historia, estaremos perdidos. ¡De algún modo, preconiza cambiar el mundo!
Vamos, que la energía que entra por la boca de nada sirve si no lo hace también por el alma. ¿Seríamos algo sin arte, sin cultura, sin conversación?
Ya lo leerás.
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