miércoles, 7 de mayo de 2014

cartas bajo llave

Conservo casi mil cartas en un cajón de la casa de mi madre. Todas ellas recibidas entre los doce y los diecisiete años, salvo algunas de amor posteriores. No tienen ningún interés, aun en el caso de que yo triunfara en el mundo de la canción, y sólo sirven para constatar mi gusto por contar cosas. Pero son objetos que alguien podría encontrar. Hoy las cartas que se escriben –creo que escribimos más que nunca– quedan bajo llave con muestra muerte. Nuestra vida publicada a golpes de 140 caracteres conservará secretos para siempre. Yahoo, Google, Hotmail, dueños fatales de la correspondencia de Flaubert con Louise Colet; una mano universal e inexorable de la sobrina de Gustave echando al fuego las letras a su tío.

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