1. El metro de México tiene un olor especial, de esos que perduran fieles en la memoria y pueden revivirse físicamente. Un olor a neumático y cable quemado que golpea en corrientes calientes cuando se cruzan los pasillos. Un olor para mí atado al pasado invierno, cuando iba y venía de Coyoacán a Polanco para arreglar mis papeles de extranjera.
2. Cada estación se representa con un dibujo. Barranca del Muerto son dos águilas, Coyoacán un coyote, Mixcoac una culebra de agua... Facilidades para la población analfabeta: un 10% de los mexicanos.
3. Pocos leen en el metro. No me puedo entretener como en Madrid en adivinar el best-seller de la temporada (El perfume, Los pilares de la Tierra, El Código Da Vinci).
4. Los dos primeros vagones son exclusivos para mujeres. Llegar hasta ellos supone recorrer un pasillo de miradas codiciosas de piel blanca. Dentro, ninguna es más alta que yo. Las jóvenes sentadas se maquillan y se rizan las pestañas casi inexistentes.
5. Bajo tierra viajan muy pocos blancos. Pobre metro despreciado por la clase media.
Echo de menos las conversaciones en voz alta, la luz brillante sobre los libros, las caras multicolores, los bolsillos multiformes, la voz "próxima estación"... del metro de Madrid.
(Volvió el frío a la ciudad, y la Santos a su blog)
3 comentarios:
Que ya se la echaba de menos...
Querida Yaiza,
Según nuestra etnóloga de cabecera hay cerca de 20% de adultos analfabetas en el reino (caído) de los aztecas, el 10% es sólo un dato oficial. Un beso grande.
Gracias, Ro. Más a favor de mi denuncia.
Por cierto, te mandé un sms la semana pasada preguntándote cómo te iba la flamante chamba, ¡y ni caso me hiciste! ;)
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