"No pedimos ser eternos, sino sólo
no ver cómo los actos y las cosas pierden sentido bruscamente", escribió
el Saint-Exupéry de Vol de nuit. Y
los libros nos dan sentido. Eso es lo que diferencia una tienda que se dedica a
comerciar con ellos de otra que vende caramelos. Por eso preocupa que en un
mismo mes y en la misma ciudad cierren dos librerías de reconocido prestigio.
Hace poco cerró Cinc d'Oros, del matrimonio Carmen Aizpitarte-Jaume Farràs, que
fue referente cultural del antifranquismo y vivió lo que Jesucristo, 33 años y
algún calvario. Por las mismas fechas se despidió la Librería Francesa, fundada
por los hermanos Piaget en 1845. Una se pregunta el porqué de este doble
entierro, y si es casualidad o no, y se acerca a Barcelona a dilucidar motivos.
"No
hay ninguna situación de crisis en las librerías de Barcelona". Eladio
Gutiérrez, del Gremi de Llibreters de Barcelona y Catalunya, comienza por
tranquilizar al observador preocupado. Dice que ambos comercios estaban
aquejados de los mismos males que cualquier establecimiento "de este
tipo" en una ciudad grande. Situados en el centro y en locales de alquiler
que comenzaron costando menos de treinta mil pesetas, estos sitios valen hoy lo
insostenible. "La voracidad de las inmobiliarias es lo que acaba con estos
negocios". Cuestión de dinero, principal y previsible razón de estos
cierres.
¿Por
qué piden los propietarios cantidades exorbitantes? Porque una norma legal,
aprobada por el gobierno estatal, lo permite. Carmen Aizpitarte, fundadora de
Cinc d'Oros, especifica qué les ha afectado más como empresa familiar: la Ley
de Arrendamientos Urbanos (LAU) de 1994. A partir de su entrada en vigor,
pasaron meteóricamente de pagar trescientas mil pesetas a casi setecientas mil
por los 192 metros cuadrados de su local en la Diagonal. No obstante, las
circunstancias de la Francesa no son las mismas que las de Cinc d'Oros: ninguna
inmobiliaria está involucrada en la situación de la familia, que cierra su
Librería Francesa a cambio de un acuerdo económico con Bami, la compradora del
91 del Paseo de Gracia. Mientras los dueños de Cinc d'Oros ponen fin a su
gestión como libreros, la SGEL abre un espacio grande en otro emplazamiento
céntrico, un lugar parecido a un bazar de aeropuerto, "donde tratan mucho
la novedad, nada la especialización, porque la especialización es cara",
me cuentan. La novedad, por propia definición, debe de incluir más premios
Cervantes que a Cervantes mismo, que es todo menos nuevo. Los transmisores
universales de la herencia intelectual suelen salir malparados de los anaqueles
en estas nuevas "tiendas de libros con objetos".
Carmen
Aizpitarte habla de los establecimientos que expenden volúmenes al por mayor:
"Yo he hecho la prueba de ir a buscar a estos grandes almacenes algo que
no teníamos nosotros y nunca he tenido suerte. Porque el vendedor no está de
espía del libro, sino para vender. No tiene la intuición de los libreros
viejos". A grandes superficies, grandes ausencias. Así pues, no es asunto
sólo de un puñado de euros y de una ley dañina. Carmen también opina que estos
espacios han modificado los hábitos de compra del lector, que ya no es el mismo
que intentaba hacerse a toda costa con obras de filósofos proscritos allá por
los setenta. La sociedad ha cambiado, otro pilar del edificio de las culpas.
¿Quizá
Cinc d'Oros tiró la toalla? Carmen confiesa: "Que no hemos sido lo
suficientemente espabilados es algo que también pienso." Y menciona como
ejemplo de espabilamiento la Librería Laie, que, repartida por Barcelona en
cinco establecimientos, es elogiada por los que la conocen. De su parte, Luis
Morral explica las claves para hacer frente al mercado: la especialización y
los servicios alternativos. "El problema de la Francesa y de Cinc d'Oros
es que eran generales, y hoy en día una librería general no puede competir con
Fnac, El Corte Inglés o la Casa del Libro." Abierta hace más de veinte
años, los socios fueron reorganizando su estrategia a medida que los tiempos
mudaban, centrándose en el área de humanidades y, sobre todo, en ediciones
extranjeras. Ahora, Laie cuenta con una librería-café en Pau Claris, cuatro
locales más que combinan la venta de libros con la de artículos varios y una
página Web desde donde consultar sus fondos. Morral confirma que les va muy
bien a pesar de que el negocio librero es "poco rentable". "Has
de buscar salida, ofrecer recursos alternativos, diversificar la oferta."
Libros, café y otras mercancías. Tretas para hacer atractiva la compra de
soportes de la cultura.
Recuerdo
el ánimo tranquilizador de Eladio Gutiérrez: "Mira, el lector de libros
compra sus libros en las librerías y el lector de bestsellers va a los grandes almacenes", con lo cual quería
decir que la cosa no es tan preocupante. Pero es imposible la calma. Las librerías
son cada día menos y los bestsellers,
cada día más. ~
(Texto publicado originalmente en la
edición española de Letras Libres,
núm. 9, junio de 2002.)
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